domingo, 20 de enero de 2013

Carta Abierta A Un Pastor Confundido III


Apreciado pastor, volviéndome asomar por la ventana de mi casa no encontré una “visión” que pudiese yo recoger para plasmarla y compartirla contigo humildemente. A mi sorpresa me topé con una audición, escuché como el “estruendo de muchas aguas”; no como las que oyó Juan de Patmos, lo que oí eran muchas voces disonantes, des-coordinadas, desafinadas, desmedidas, espantosas, confusas y auditivamente apestosas. Me asomé y encontré tantas gentes hablando que era como el “estruendo de muchas aguas”. Traté de filtrar lo que llegaba a mis oídos, específicamente las voces teológicas. En realidad algunas son tan complejas de digerir porque fueron elaboradas exclusivamente para el campo académico (lo cual es legítimo). Otras diseñadas para quienes buscan un “dios a la carta”. Otras voces teológicas están parcializadas en comunidades femeninas o en negritudes o a los pobres (vale la pena atender). Otras voces teológicas son un cáncer a la teología: la socavan, la desvirtúan, la desacreditan, la ridiculizan, la burlan; qué sé yo. Otras voces teológicas grotescamente se dedicaron a debatirse entre ellas relegando a Dios y a la Iglesia. A veces ellos dicen tantas cosas, escriben tantas otras que uno no ve el provecho de todos esos esfuerzos, y eso sin mencionar las confusiones que a veces traen en lugar de arrojar luz a nuestros entendimientos. Eran tantas voces querido pastor, “como el estruendo de muchas aguas”.

Apreciado pastor, hay muchas teologías de las cuales no puedo negar que escasean de provecho alguno. Ud. sabe muy bien que la verdad revelada de Dios es, en muchas ocasiones, mal leída, mal interpretada, mal aplicada, mal enseñada, entre otros males. Sí, con mucha más tenacidad en estos postreros tiempos y, responsablemente alcanzo a intuir la tendencia a empeorar. Pero eso no debe desalentarnos, por el contrario, debe sacudirnos un poco y encontrar aquella teología bella, limpia, sana, verdadera, proveniente de la iluminación del Espíritu Santo a fin de abrirle canales hasta la Iglesia, hasta el mundo, y que beban de allí con tranquilidad, seguridad y libertad hasta saciar su hambre y sed del conocimiento de Dios.

Beber del saber que hombres y mujeres (teólog@s) de oración y Palabra ofrecen al mundo desde diferentes instrumentos de comunicación, enriquece a quienes humildemente oyen con criterio a fin de valorar lo que Dios hace en el mundo y en la Iglesia a través de este ministerio. No escuchamos ni leemos a los teólogos en busca de “novedades” pié de corrientes neo-evangélicas; porque la tarea del teólogo “no es afirmar lo insólito, ni lo que asombra, ni lo que desconcierta, ni lo que de ningún modo se espera oír. Trata más bien de recordar articuladamente lo que aquí y ahora significa la verdad evangélica, y cuál ha de ser el comportamiento cristiano”.[1]

Amigo pastor, no es saludable en el ejercicio del ministerio y para la iglesia en la que sirve, sólo beber de las fuentes que Ud. de alguna manera “canonizó”, y tratar de demostrar sus presuposiciones en quienes pueden compartir posiciones doctrinales. Es decir, darle exclusividad en las lecturas a uno o dos escritores cerrando las puertas a los demás; muchas veces no siendo éstos los mejores puntos de referencia. Como también es peligroso darle a tus reflexiones bíblicas primacía, atribuyéndose a sí mismo la mejor comprensión de las verdades bíblicas desconociendo que, quizá, alguien ha tenido la gracia de comprender mejor que tú. Bien dijo una vez Hans Ur Von Balthasar: “Uno puede pensar mucho. Pero no todo pensar es fecundo. Uno puede deducir muchas cosas. Pero no toda deducción se deja encarnar en la vida cristiana”.[2] Y reconocer esta realidad es una actitud genuinamente cristiana.

Apreciado pastor, estas cartas han sido escritas para animarle a mirar el ministerio teológico con otro punto de vista a fin de incentivar su apetito por indagar un poco más, abrirse un poco más a las posibilidades cristianas que Dios dispone para nuestro provecho.

Un abrazo,
Ed. Ramírez Suaza




[1] José Morales. LA FIGURA DEL TEÓLOGO A LO LARGO DE LA HISTORIA. (Spanish). (2001). Scripta Theologica, 33(3), 665-696.
[2] Hans Ur Von Balthasar. TEOLOGÍA Y SANTIDAD. Ensayos teológicos. Verbum Caro, vol. I, Guadarrama, Madrid 1964, pp 235-268

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