lunes, 6 de julio de 2015

Mañanas Paradójicos

Todos tenemos que preocuparnos del futuro porque es allí donde tenemos que pasar el resto de nuestra vida.
Charles Franklin Kettering


Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, vi unos niños jugar al fútbol. La mayoría de ellos emulando las mejores jugadas de aquellos héroes del balón pié: Messi, James Rodríguez, CR7, Falcao, entre otros. Sus sonrisas diáfanas, sus ilusiones honestas, sus ganas inquebrantables, sus persistencias indomables. De repente, ese sagrado espacio es invadido por jóvenes que marchitaron a punta de marihuana, entre otros psicodélicos y la violencia urbana, esos mismos sueños de unos añitos atrás en sus propios corazones. Éstos, con la vida jorobada, ahora se imponen como meta ante aquellos ingenuos de la vida. Obligan a estos pequeños la contemplación de unos ejemplos que no corresponden a ningún ser que podamos llamar humano.


Entonces comprendí que vivimos en un país donde a las personas desde muy temprana edad se les induce al mal. Sí, nuestros hijos son inducidos a las drogas, con el fin de mantener la rentabilidad del narcotráfico (sospecho). Nuestros hijos son inducidos a la adicción tecnológica, con el fin de justificar las ausencias fatales de paternidad/maternidad, viviendo la orfandad más terrible de todos los tiempos. Otros, inducidos a todo tipo de desorientación sexual, engañándoles la vida al hacerles creer que el sexo es amor y que cualquier sexo se vale, así eso represente autodestrucción. Inducidos al alcohol, para robarles dignidad, sobriedad, capacidad, lucidez, inteligencia… felicidad.
¡Ah!... Ni hablar de todos los abusos a los que son sometidos día tras día.


Entonces, ¿qué mañana nos espera? Si la política nacional optó por arrodillarse ante el narcoterrorismo, si la religión parece una vulgar farándula, la moral una bandera rota, la cultura un náufrago, los ideales cenizas, el amor un des-amor y la erótica una vulgarización: ¿qué nos espera mañana? Si la Palabra es silencio y las palabras ruidos sin eco; el derecho una negación, la vida una muerte, la alegría una traba y el placer un tamo que arrebata el viento: ¿qué nos espera mañana?


¿Qué nos espera mañana? ¡Hastío! El ser humano es incapaz, eso espero, de soportar este disparate hiperbólico, y cuando se acerque a la gota que rebosará el vaso tendrá que reaccionar. Nos espera fracaso si nuestros fundamentos de humanidad siguen siendo socavados. Nos espera confusión si seguimos invirtiendo valores, sexualidad, moral, ética, fe… Nos espera ruina si insistimos en exorcizar a Dios de su propia creación.


¿Qué nos espera mañana? ¡Dios! ¡Dios nos espera! Sus brazos no se fatigan de invitarnos a él, a su maravilla, a su sorprendente futuro. El futuro en el que él mismo pondrá cada cosa en su lugar. Ese futuro que le espera a nuestros hijos, a nosotros, lo podemos describir en la sublime palabra “belleza”. Es paradójico, porque mientras la realidad nos permite intuir un mañana caótico, la fe nos permite atisbar la belleza de Dios que restaurará este mundo.
Hoy el mundo está roto, pero será sano.

La sanidad de toda la creación es lo que nos espera mañana.
En esta esperanza vivimos. En dirección a esta esperanza peregrinamos.

©2015 Ed. Ramírez Suaza

LA SOCIEDAD DEL BESO

Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, vi besos. ¡Qué belleza! Vi el beso de un padre bien chantao sobre la mejilla de su...