lunes, 31 de marzo de 2014

Los Ojos Que Nunca Pedí

Los Ojos Que Nunca Pedí
cuando todo mundo me ve

Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, vi que me ven. Esta vez mis ojos cayeron en la cuenta de que muchos otros, todo este tiempo, se han fijado en mí. Y reacciono arrojando mis franquezas al respecto en los conductos de las palabras: verdaderamente me siento invadido por miedos y valentías. Miedos, porque desde Génesis capítulo tres se ha vuelto tan humano temer; personal y especialmente cuando las miradas se asientan sobre mi peregrinaje, donde son tan inmediatamente obvios mis defectos (¡eso es para temblar del susto!); pero como se trata de miradas fijas, con el resto del tiempo irrumpen lentamente virtudes que provocan leves y frágiles embelesos en los ojos que me ven. Entonces empiezo a comprenderme valiente.

La mirada humana tiene en sí misma un abanico extenso de lenguaje. Con una mirada juzgamos, enamoramos, perdonamos, afirmamos, desconfiamos, mentimos y, sin pretensiones de haber agotado todo lo que comunicamos con la mirada, con ella definimos. Basta con mirar atentamente a alguien para hacernos a una idea de quién es él o ella. No menospreciemos entonces el inmenso valor de una mirada.

Cuando disfrutamos de una experiencia genuina de Dios, nuestras vidas inmediatamente quedan expuestas a las miradas. Empezamos a ser antorchas, lumbreras en la sociedad, cuyas vidas no se ocultan bajo mesas ni se esconden dentro de cajones. Todo lo contrario, así como en los tiempos antiguos las antorchas se ubicaron en las partes altas de la ciudad o de la casa para que alumbre a todos, así la luz de vida debe exponerse a todas las miradas para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a Dios Padre que está en los cielos. Sin los despreciables ánimos de caer en la hipocresía de exhibir obras que produzcan elogios de otros al frágil ego; más bien, en la virtud de ofrecerse al otro transparentemente para la gloria de Dios.

No es ajeno a ninguno de nuestros saberes de multitudinarias miradas hechizadas por referentes faranduleros cuyas vidas están en deconstrucción. Es decir, no arrojan luz sobre otros, porque tampoco tienen para sí mismos; sino que sumergidos en la oscuridad del pecado y siendo enceguecidos, pretenden ser guías de otros ciegos; deconstruyendo sus propias vidas y las de otros.

Si miras bien a tu alrededor, muchas son las miradas que también se estacionan sobre ti. Todas ellas esperan ver en ti luz, vida, Dios. Todos los cristianos somos cartas abiertas que todas las personas a nuestro alrededor pueden leer. Nos guste o no, somos un anuncio vivo del evangelio de Jesucristo. Eso es para temblar del susto, porque nos trepa sobre responsabilidades para con el mundo que quizá quisiéramos esquivar. Como también nos empuja a la valentía. Es decir, al atrevimiento de ser justos, honestos, verdaderos, humildes, pacificadores, sobrios, generosos, serviciales, misericordiosos, veraces,... de manera genuina y expuesta como Jesús. Apostarle a una vida como la de Jesús, siempre traerá construcción personal y colectiva.

Recuerda: Dios nos mira, el mundo nos mira.


©2014 Ed. Ramírez Suaza  

lunes, 17 de marzo de 2014

Atrevidos Con Éxito III

Atrevidos Con Éxito III
no apto para  menores de edad ni casados

Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, vi un amor exótico, exquisito, extraordinario y poco común en esta extraña modernidad. Vi un armadillo seguro de lo que quiere, disfrutando día a día su soltería a plenitud, ensanchando su círculo de amigos, asesorándose en su búsqueda del verdadero amor con buenos consejeros y, ¡quién lo creyera!, mejorando su apariencia. Así, con paso firme, seguro y creyente; este enamorado de todavía no sabe quién, se prepara para uno de los mejores momentos de la vida.

Luego de hacer mejoras en su apariencia, se da cuenta que ya es hora de identificar el objetivo. Si está considerando identificar el objetivo, es porque Ud. ya se ha identificado a sí mismo, le dijo un sabio qué día. El Dr. Neil Warren, sicoterapeuta por más de 30 años afirma: “Estoy convencido de que el modo en que nos vemos tiene un impacto muy grande en la elección que hacemos de la persona con quien pasaremos el resto de nuestra vida”. Ese objetivo tiene que ser estrictamente de la misma especie, no puede ser que se fije en una vaca. Además de ser de la misma especie, deben coincidir en la misma fe, valores, ética e integridad.

Una vez identificado el objetivo, el enamorado debe considerar las probabilidades. Antes de arriesgarse a una relación seria, comenzó asegurarse de que va a la fija. Sabía muy bien que no vale la pena lanzarse a una relación en proyecto conyugal si su intuición le hace sentir que las probabilidades son nulas.

En la historia del libro sagrado, aquel que viene leyendo el armadillo desde el principio, es muy atrevido, porque la suegra de la dama protagonista de la historia, acierta sin el más mínimo margen de error al escoger para su nuera el esposo. La anciana consideró las probabilidades de la dama en conquistar al príncipe azul aquel, o bueno, de cualquier color. Ella no lanzó su amiga al infortunio, a la vergüenza, a quedar mal. La anciana se entera de todo y diseña un plan para que estos dos lleguen a algo.
Es que en el amor, las cosas salen mejor si no se improvisan.

Paso seguido, atrévase. Todos los seres sexuados, han recibido el regalo del erotismo, sensualidad. La erótica al principio se entendía como la inteligencia, las capacidades, la vitalidad para desarrollar los talentos; pero poco a poco fue tomando connotaciones sexuales. Ya que fuimos creados sexuados, no hay nada de malo en ser íntegramente  sensual en el plan de conquista. Es decir, apelar a cierta mirada, a ciertos gestos de boca, de manos y pies.

Por ejemplo, el tacto humano con la mano derecha al lado derecho de la otra persona revela sentimientos inocentes, sin plan de conquista. Pero si en una cita, en una salida de sólo dos personas de sexo opuesto, quien toma la iniciativa de interés se hace al lado izquierdo, habla suave, hace tacto humano, además de respetuoso, en zonas del lado izquierdo del cuerpo del objetivo, obtendrá mejores respuestas que si lo hiciera al lado derecho.
Cositas para tener en cuenta.

Finalmente, decida. A punto seguido de algunos eructos, el armadillo reflexiona: Decidir es cosa seria, porque se decide para toda la vida. Pero en oración, acompañado de sabios consejos y en la paz de Dios se pueden tomar decisiones enriquecedoras para toda la vida.

Nota del autor:
Pienso que, para quienes esperan casarse, Dios es quien les ha puesto ese querer en sus corazones. De Dios es la idea de que Ud. se case. Ese deseo es bello, admirable. Descanse en Dios, no invada su corazón de dudas, más bien invádalo de esperanza y de expectativa para lo que Dios tiene delante de ti. Si no tienes afán, celebra la vida a plenitud; eso sí, en el temor de Dios. No te desesperes, como tampoco cruces los brazos.

©2014 Ed. Ramírez Suaza  

lunes, 3 de marzo de 2014

Atrevidos Con Éxito II

Atrevidos Con Éxito II
no apto para menores de edad ni casados

Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, vi algo muy poco común entre los seres mortales de nuestro planeta: un armadillo decidido a exterminar por completo su soltería. Sus pisadas hacia esta meta, firmes. Su mente, concentrada. Sus emociones, controladas y sus oraciones, creyentes. En coherencia con esa actitud, optó por asegurarse de qué es lo que quiere, en primer lugar. Luego disfrutar a plenitud su soltería.

Popularmente no es muy común la historia amorosa de un armadillo, pero ésta es valiosa por la riqueza celestial que se aprehende en ella.

Masticar hace bien a la mente, así que acompañando sus determinaciones con las complacencias a su paladar agrega: en tercer lugar, debo ensanchar mi círculo de amigos. “Pocos perciben la medida en que las amistades pueden contribuir a suplir profundas necesidades que antes se asociaban al matrimonio. Las personas solteras muchas veces pueden entablar y cimentar amistades profundas con gente de ambos sexos en una cantidad y de un tipo que raramente se encuentra en las personas casadas”.[1]

Ser amigo es una relación voluntaria y personal. Soy amigo de quien quiero ser amigo. Dice el armadillo tragando a cuestas. La amistad florece sin esforzarla, fluye como lo hace un riachuelo y se va cediendo los espacios de intimar a medida que se permiten los involucrados el arte de confiar. Además, la amistad se da entre personas que están en pie de igualdad. En muchas especies, la amistad se da sobre tapetes del interés, de la instrumentalidad. Es decir, deseos de sacar provechos personales. Ciertamente, dentro de la amistad no existen jerarquías ni autoridades. Esto supone que los implicados son recíprocos, se pagan bien con el bien emocional, de compañero, dedicación de tiempo, favores, entre otras.

Luego de pensar en unos candidatos a la amistad, el armadillo acompaña su búsqueda de buenos consejeros. Muchas veces el peor consejero que uno tiene es uno mismo. Dice el armadillo a sí mismo.

Así como los amigos, los consejeros deben ser personas que no estropean mi voluntad de escogerles y escucharles. En su libro sagrado, encontró estas palabras: -Fieles son las heridas del amigo, pero engañosos los besos del enemigo-. Es muy difícil encontrarse con la verdad y no salir herido. Un amigo sincero tiene “luz verde” para decirnos la verdad, aunque esa verdad nos lastime un poco. Un consejero es aquel que nos ayuda a ver lo que no vemos frente a una realidad específica, y nos dice lo que no queremos oír. Nos muestra el otro rostro de  la realidad que no hemos considerado. En la búsqueda de un cónyuge, son valiosos los consejos de quienes nos aman.

En quinto lugar, debo mejorar mi apariencia. En el mundo de los armadillos, no es que hayan feos sino mal arreglados. Tres carcajadas y media se le zafan adrede mientras asiente con la cabeza y al vaivén de las olas imaginarias, toma una revista de amores y lee sin borrar de su boca una sonrisa: -Algunos estudios revelan que sólo contamos entre 30 segundos a 4 minutos para dejar una buena impresión, una buena opinión, además duradera ante los demás; basada en nuestro aspecto, cómo hablamos y cómo nos movemos así lo que tengamos que decir. Domina nuestra percepción de un extraño lo que vemos, por lo que nos centramos en su vestimenta, su aseo, sus gestos y expresiones faciales-.

Así que fijándose en sus insumos de belleza cae en la cuenta de que, Hay ropas que dicen: soy chévere. Otras dicen: soy espiritual. Otras dirán: ¿me invitas a salir? En cuanto a la ropa sólo tengo algo por mencionar: a la hora de vestirnos mantenemos presente el principio sagrado: pudor, modestia, decoro. Con el pudor evito la vulgaridad, con la modestia el orgullo y con el decoro la simpleza. Cuando alguien viste con pudor, es decir prudentemente; la otra persona reconoce que quien así viste es una persona seria, que dignifica su cuerpo y no lo dispone a la concupiscencia. Esto brinda seguridad. Al vestir con modestia, lo cual no significa ordinario o de mal gusto, proyecta una imagen justa de sí mismo. Y al vestir con decoro, resalta la belleza confiada por Dios.

continuará...

©2014 Ed. Ramírez Suaza  






[1] J. McDowell & H. Hostetler. Manual Para Consejeros Jóvenes, p. 152

LA SOCIEDAD DEL BESO

Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, vi besos. ¡Qué belleza! Vi el beso de un padre bien chantao sobre la mejilla de su...