lunes, 3 de marzo de 2014

Atrevidos Con Éxito II

Atrevidos Con Éxito II
no apto para menores de edad ni casados

Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, vi algo muy poco común entre los seres mortales de nuestro planeta: un armadillo decidido a exterminar por completo su soltería. Sus pisadas hacia esta meta, firmes. Su mente, concentrada. Sus emociones, controladas y sus oraciones, creyentes. En coherencia con esa actitud, optó por asegurarse de qué es lo que quiere, en primer lugar. Luego disfrutar a plenitud su soltería.

Popularmente no es muy común la historia amorosa de un armadillo, pero ésta es valiosa por la riqueza celestial que se aprehende en ella.

Masticar hace bien a la mente, así que acompañando sus determinaciones con las complacencias a su paladar agrega: en tercer lugar, debo ensanchar mi círculo de amigos. “Pocos perciben la medida en que las amistades pueden contribuir a suplir profundas necesidades que antes se asociaban al matrimonio. Las personas solteras muchas veces pueden entablar y cimentar amistades profundas con gente de ambos sexos en una cantidad y de un tipo que raramente se encuentra en las personas casadas”.[1]

Ser amigo es una relación voluntaria y personal. Soy amigo de quien quiero ser amigo. Dice el armadillo tragando a cuestas. La amistad florece sin esforzarla, fluye como lo hace un riachuelo y se va cediendo los espacios de intimar a medida que se permiten los involucrados el arte de confiar. Además, la amistad se da entre personas que están en pie de igualdad. En muchas especies, la amistad se da sobre tapetes del interés, de la instrumentalidad. Es decir, deseos de sacar provechos personales. Ciertamente, dentro de la amistad no existen jerarquías ni autoridades. Esto supone que los implicados son recíprocos, se pagan bien con el bien emocional, de compañero, dedicación de tiempo, favores, entre otras.

Luego de pensar en unos candidatos a la amistad, el armadillo acompaña su búsqueda de buenos consejeros. Muchas veces el peor consejero que uno tiene es uno mismo. Dice el armadillo a sí mismo.

Así como los amigos, los consejeros deben ser personas que no estropean mi voluntad de escogerles y escucharles. En su libro sagrado, encontró estas palabras: -Fieles son las heridas del amigo, pero engañosos los besos del enemigo-. Es muy difícil encontrarse con la verdad y no salir herido. Un amigo sincero tiene “luz verde” para decirnos la verdad, aunque esa verdad nos lastime un poco. Un consejero es aquel que nos ayuda a ver lo que no vemos frente a una realidad específica, y nos dice lo que no queremos oír. Nos muestra el otro rostro de  la realidad que no hemos considerado. En la búsqueda de un cónyuge, son valiosos los consejos de quienes nos aman.

En quinto lugar, debo mejorar mi apariencia. En el mundo de los armadillos, no es que hayan feos sino mal arreglados. Tres carcajadas y media se le zafan adrede mientras asiente con la cabeza y al vaivén de las olas imaginarias, toma una revista de amores y lee sin borrar de su boca una sonrisa: -Algunos estudios revelan que sólo contamos entre 30 segundos a 4 minutos para dejar una buena impresión, una buena opinión, además duradera ante los demás; basada en nuestro aspecto, cómo hablamos y cómo nos movemos así lo que tengamos que decir. Domina nuestra percepción de un extraño lo que vemos, por lo que nos centramos en su vestimenta, su aseo, sus gestos y expresiones faciales-.

Así que fijándose en sus insumos de belleza cae en la cuenta de que, Hay ropas que dicen: soy chévere. Otras dicen: soy espiritual. Otras dirán: ¿me invitas a salir? En cuanto a la ropa sólo tengo algo por mencionar: a la hora de vestirnos mantenemos presente el principio sagrado: pudor, modestia, decoro. Con el pudor evito la vulgaridad, con la modestia el orgullo y con el decoro la simpleza. Cuando alguien viste con pudor, es decir prudentemente; la otra persona reconoce que quien así viste es una persona seria, que dignifica su cuerpo y no lo dispone a la concupiscencia. Esto brinda seguridad. Al vestir con modestia, lo cual no significa ordinario o de mal gusto, proyecta una imagen justa de sí mismo. Y al vestir con decoro, resalta la belleza confiada por Dios.

continuará...

©2014 Ed. Ramírez Suaza  






[1] J. McDowell & H. Hostetler. Manual Para Consejeros Jóvenes, p. 152

LA SOCIEDAD DEL BESO

Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, vi besos. ¡Qué belleza! Vi el beso de un padre bien chantao sobre la mejilla de su...