martes, 29 de octubre de 2013

El Personaje del Año

El Personaje del Año
un siervo de Dios y de los hombres

Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, alcancé ver un personaje que despierta todo tipo de reacciones sociales en su entorno, partiendo de los odios hasta llegar al amor; sin haber logrado escapar de todas las reacciones habidas en el intermedio de estos dos puntos referenciados. Él mismo se ha hecho entender en su entorno de manera plural, por lo tanto no es encasillable, y por ende interesante. Pocos comprenden del origen de su vocación, su papel en el mundo y el propósito de su llamado. Ese personaje es el Pastor.

El Pastor es una figura pública que cada vez va siendo más relevante en las comunidades latinoamericanas, y sus desempeños muy observados por quienes le rodean. Reconozco el tropiezo provocado por algunos de ellos: desaciertos morales, vergonzosos desconocimientos, notables avaricias y la desfachatez lujuriosa de otros cuántos, entre otros señalamientos. Pero la desgracia causada por éstos no debería empañar la bondad, la sincera y genuina vocación de los muchos otros.

La vocación pastoral es provista por Dios mismo, junto a otras con fines extraordinarios, siendo jamás iniciativa humana (Efesios 4.11). Parecido a los profetas del Antiguo Testamento, quien recibe la vocación a ser “cuidador” de la Iglesia, en algún momento lucha en su interior con aceptar ese llamado que arde profundamente en amor a Dios y a la comunidad, temblando ante la santidad que requiere caminar en el ministerio y delante de quien le ha llamado. Dios llama personas para consagrarlas al santo ministerio, no en el marco de un misticismo posmoderno donde la relatividad y subjetividad irresponsables se ponen de ruana el evangelio; sino desde una virtud cristiana que cabe en la cotidianidad, en el existir de un día a la vez, en el peregrinaje de este don de vivir, depurado de toda espiritualidad barata para imitar genuina y auténticamente a Jesús. Y estoy convencido que es la misma Iglesia el instrumento de Cristo para confirmar esa vocación, abriendo los espacios necesarios para su realización.

Cuando Cristo establece un pastor en una congregación, sencillamente lo hace para apacentar una grey que le es ajena. Es decir, esa comunidad no le pertenece; pertenece a quien dio la vida por ellos en la cruz del Calvario.
El papel del pastor es cuidar una congregación que pertenece a Dios (1 Pedro 5.2-4). No se trata de remontarse a una figura paternalista donde el pastor provee y soluciona todo. Mas bien, partiendo de su experiencia de Dios y la manera en que la refleja en su día a día, sabe orientar el rebaño al abrevadero de la verdad, del amor, la esperanza, la fe, la dependencia de Dios, la oración, entre otras, con voluntariedad sincera, ejemplo, servicio incondicional, amor genuino por la persona, consciente de su dependencia de Dios para ser provisto a todas sus necesidades más allá de su comprensión y de su petición.

Quizá parezca simple, si lo miramos de las gradas de la vida, cumplir con este ministerio. La verdad sea dicha: cumplir con esta simple vocación exige preparación, integridad, sacrificio, entrega, renuncia, desvelos, sufrimientos, disciplina, trabajo, oración y más oración. Y la más grande necesidad de todo pastor: ser oveja.

Continuará…


©2013 Ed. Ramírez Suaza



LA SOCIEDAD DEL BESO

Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, vi besos. ¡Qué belleza! Vi el beso de un padre bien chantao sobre la mejilla de su...