Sexo Con
Ángeles II
y vieron los hijos de Dios que las hijas de los
hombres eran hermosas
En el extraordinario libro del Génesis existe un relato con una fascinación única (cap. 6), porque levanta la inquietud de tratar de entender si "los hijos de Dios" en el pasaje se han de entender como ángeles o humanos. En la primera parte, arrojo sobre el tapete cómo lo entendían en la apocalíptica del siglo II a.C al siglo II d.C. En el Apocalipsis de Henoc (texto judío, para nosotros apócrifo) "los Hijos de Dios" fueron ángeles con apetitos sexuales, ellos eran llamados los vigilantes. Disfrute esta segunda parte:
Estos
vigilantes (doscientos ángeles), tenían jefes quienes planearon, acordaron y
materializaron el plan de conquistar mujeres y engendrar con ellas hijos. Estos
doscientos ángeles con incontrolables apetitos
sexuales, bajaron a la cima del monte Hermón y prometieron, bajo anatema, hacer
realidad sus anhelos sensuales. Estos eran los nombres de sus jefes: Semyaza, que
era su jefe supremo; Urakiva, Rameel, Kokabiel, Tamiel, Ramiel, Daniel,
Ezequiel, Baraquiel, Asael, Armaros, Batriel, Ananel, Zaquiel, Samsiel,
Sartael, Turiel, Yomiel y Araziel (1 Hen. 6.7).
Y
como ha de esperarse, los ángeles tomaron mujeres hermosas y se unieron a ellas
hasta fecundarlas. Según el texto griego de 1 Henoc, dice que «les alumbraron tres
razas. La primera, la de los enormes gigantes. 2Estos engendraron a
los Nefalim, y a éstos les nacieron los Eliud. Aumentaron en número,
manteniendo el mismo tamaño y aprendieron ellos mismos y enseñaron a sus
mujeres hechizos y encantamientos» (1 He. 7. 1, 2). Y continúa su grave falta: Asael enseñó a los
humanos la fabricación de armas, la explotación minera de oro y plata, además
la forma de trabajar estos elementos para hacer adornos que estimulen la
vanidad humana. A las mujeres les enseñó todo lo relacionado con los
cosméticos, fomentaron las prácticas sexuales sin límites algunos, entre otras maneras de corromperse (1 He.
8.1, 2). «Amezarak adiestró a los encantadores y a los que arrancan raíces;
Armaros, cómo anular los encantamientos; Baraquiel, a los astrólogos; Kokabiel,
los signos; Tamiel enseñó astrología; Asradel, el ciclo lunar» (1 He. 8.3).
Este
relato apreciado en la literatura apocalíptica que data del siglo II a.e.c.
(Piñero, 2007, p. 27), denuncia en su riqueza literaria varios pecados, no solo
la inmoralidad sexual: el ocultismo, la guerra, la vanidad, la avaricia, la
brujería y astrología; quizá como los principales en los capítulos 6-8. En esta
oportunidad el foco reposa sobre los pecados sexuales que cometieron los
vigilantes.
Los
vigilantes son ángeles con algunas responsabilidades: forman parte del ejército
celeste, intermediarios entre Dios, los humanos y el mundo. Les corresponde
escribir en libros de la vida, los premios y castigos las acciones de los
humanos. Ejecutan los castigos de Dios y guían las estrellas (Diez, p. 27). Así
era hasta que se fijaron, precisamente cuando los seres humanos se
multiplicaban en la tierra, en las hijas de los hombres que eran muy bellas.
Ellos codiciaron en sus corazones a esas mujeres experimentando todo el proceso
de pecado en la humanidad descrito por Santiago en su carta canónica capítulo
1.14, 15; cuando explica que cada uno es tentado por sus propios deseos, es
decir, la tentación viene de adentro de la persona, luego seducido por ellos
gestiona en su interior todo un proceso de “embarazo” hasta “dar a luz” al pecado,
y como consecuencia de ello la muerte (St. 1.14, 15).
En el
interior de los vigilantes irrumpe una atracción sensual por las hijas de los
hombres, el texto de 1 Henoc no evidencia cómo se enteraron de su deseo en
común, sencillamente los muestra compartiendo sus intenciones y planeando en
colectividad la forma de materializar su fantasías sexuales. Esto presupone que
los ángeles, a pesar de sus abismales diferencias en la configuración del
cuerpo y la composición del mismo en comparación con el de los humanos, son de
sexo masculino. Aunque la apocalíptica judía atribuye esencia y composición
espiritual a estos seres celestes, de alguna manera lograron cierta
compactibilidad física con las hijas de los hombres, haciendo posible prácticas
sexuales. No sólo tradujeron en realidad sus lascivias, fecundaron a las hijas
de los hombres. Presupone también que los ángeles son potencialmente reproductivos,
con compactibilidades a las hijas de los hombres.
continuará...