domingo, 2 de junio de 2013

Sexo Con Ángeles II

Sexo Con Ángeles II
y vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas


En el extraordinario libro del Génesis existe un relato con una fascinación única (cap. 6), porque levanta la inquietud de tratar de entender si "los hijos de Dios" en el pasaje se han de entender como ángeles o humanos. En la primera parte, arrojo sobre el tapete cómo lo entendían en la apocalíptica del siglo II a.C al siglo II d.C. En el Apocalipsis de Henoc (texto judío, para nosotros apócrifo) "los Hijos de Dios" fueron ángeles con apetitos sexuales, ellos eran llamados los vigilantes. Disfrute esta segunda parte:

Estos vigilantes (doscientos ángeles), tenían jefes quienes planearon, acordaron y materializaron el plan de conquistar mujeres y engendrar con ellas hijos. Estos doscientos ángeles con incontrolables apetitos sexuales, bajaron a la cima del monte Hermón y prometieron, bajo anatema, hacer realidad sus anhelos sensuales. Estos eran los nombres de sus jefes: Semyaza, que era su jefe supremo; Urakiva, Rameel, Kokabiel, Tamiel, Ramiel, Daniel, Ezequiel, Baraquiel, Asael, Armaros, Batriel, Ananel, Zaquiel, Samsiel, Sartael, Turiel, Yomiel y Araziel (1 Hen. 6.7).

Y como ha de esperarse, los ángeles tomaron mujeres hermosas y se unieron a ellas hasta fecundarlas. Según el texto griego de 1 Henoc, dice que «les alumbraron tres razas. La primera, la de los enormes gigantes. 2Estos engendraron a los Nefalim, y a éstos les nacieron los Eliud. Aumentaron en número, manteniendo el mismo tamaño y aprendieron ellos mismos y enseñaron a sus mujeres hechizos y encantamientos» (1 He. 7. 1, 2).  Y continúa su grave falta: Asael enseñó a los humanos la fabricación de armas, la explotación minera de oro y plata, además la forma de trabajar estos elementos para hacer adornos que estimulen la vanidad humana. A las mujeres les enseñó todo lo relacionado con los cosméticos, fomentaron las prácticas sexuales sin límites algunos,  entre otras maneras de corromperse (1 He. 8.1, 2). «Amezarak adiestró a los encantadores y a los que arrancan raíces; Armaros, cómo anular los encantamientos; Baraquiel, a los astrólogos; Kokabiel, los signos; Tamiel enseñó astrología; Asradel, el ciclo lunar» (1 He. 8.3).     
                        
Este relato apreciado en la literatura apocalíptica que data del siglo II a.e.c. (Piñero, 2007, p. 27), denuncia en su riqueza literaria varios pecados, no solo la inmoralidad sexual: el ocultismo, la guerra, la vanidad, la avaricia, la brujería y astrología; quizá como los principales en los capítulos 6-8. En esta oportunidad el foco reposa sobre los pecados sexuales que cometieron los vigilantes.

Los vigilantes son ángeles con algunas responsabilidades: forman parte del ejército celeste, intermediarios entre Dios, los humanos y el mundo. Les corresponde escribir en libros de la vida, los premios y castigos las acciones de los humanos. Ejecutan los castigos de Dios y guían las estrellas (Diez, p. 27). Así era hasta que se fijaron, precisamente cuando los seres humanos se multiplicaban en la tierra, en las hijas de los hombres que eran muy bellas. Ellos codiciaron en sus corazones a esas mujeres experimentando todo el proceso de pecado en la humanidad descrito por Santiago en su carta canónica capítulo 1.14, 15; cuando explica que cada uno es tentado por sus propios deseos, es decir, la tentación viene de adentro de la persona, luego seducido por ellos gestiona en su interior todo un proceso de “embarazo” hasta “dar a luz” al pecado, y como consecuencia de ello la muerte (St. 1.14, 15).

En el interior de los vigilantes irrumpe una atracción sensual por las hijas de los hombres, el texto de 1 Henoc no evidencia cómo se enteraron de su deseo en común, sencillamente los muestra compartiendo sus intenciones y planeando en colectividad la forma de materializar su fantasías sexuales. Esto presupone que los ángeles, a pesar de sus abismales diferencias en la configuración del cuerpo y la composición del mismo en comparación con el de los humanos, son de sexo masculino. Aunque la apocalíptica judía atribuye esencia y composición espiritual a estos seres celestes, de alguna manera lograron cierta compactibilidad física con las hijas de los hombres, haciendo posible prácticas sexuales. No sólo tradujeron en realidad sus lascivias, fecundaron a las hijas de los hombres. Presupone también que los ángeles son potencialmente reproductivos, con compactibilidades a las hijas de los hombres. 

continuará...



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