jueves, 14 de marzo de 2013

666 El Sello Bestialmente Humano III



666
El Sello Bestialmente Humano III

Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, vi una joven tatuarse en su mano derecha las iniciales del nombre completo de su novio. Aunque tatuarse le resultaba doloroso, ella consideraba ese sacrificio como una expresión de amor que el chico valoraría por el resto de su vida. Entre letras góticas y como azules matizados en oscuros violetas quedó marcada de por vida. Pero hay marcas con mayores trascendencias y quizá con mayores implicaciones para la vida, no solo presente, también en la eternalidad. Por mencionar una: la marca de la bestia, el 666.

Juan de Patmos escribió el Apocalipsis, entre otras cosas, para advertir en contra de la idolatría y participación directa de un sistema social, cultural, militar y políticamente corrompido, con un agravante: anti-cristo. Así que, cuando su pluma llegó al capítulo 13, el episodio de las dos bestias, específicamente a la escena en que la bestia pequeña infunde aliento sobre la imagen de la bestia más poderosa, describe el control que ésta tiene sobre pueblos sin discriminar rangos sociales, como también el control sobre el mercado, por ende sobre las finanzas, con sólo poner una marca en la frente o mano derecha: el 666.

Nos debemos preguntar, ¿cómo lo entendieron los primeros lectores del Apocalipsis?
Como ya lo vimos en el capítulo anterior, el 666 identifica una persona con un sistema socio-cultural-político corrompido: Nerón Qaiser, emperador de Roma (siglo I d.C).

La marca bestial 666 también se entendió como la imposición de un imperio y su rey a todos los pueblos, a todas las creencias, a las tierras dispuestas a su alcance. Era la marca o morir.

El 666 no sólo indicaba un personaje y una imposición, también era una marca idólatra. Dejarse marcar era una manera de rendir adoración a ese emperador, quien se imponía como dios entre los pueblos avasallados.

Además, era una marca incluyente en el mercado, las finanzas. El control del imperio romano tenía un alcance territorial extraordinariamente amplio, así que prosperar implicaba participar inevitablemente del sistema imperial romano del primer siglo.

Finalmente, la marca señalaba un destino: la perdición eterna. En el capítulo 14.9-11, Juan de Patmos adviertió: los sellados por la bestia, quienes le adoran directamente o a través de la imagen, beberán del vino de la ira de Dios, sentenciados al fuego eterno. Recuerda que cuando algo o alguien era marcado con un número o nombre, como en el caso del 666 (más que número es un nombre “codificado” de un ser humano), indicaba así que su vida adoraba y pertenecía a la bestia. Pero vaya sorpresa, el destino final de la bestia será compartido con quienes portan su sello: la condenación eterna.

Consideremos:
1.   Los cristianos del siglo XXI estamos tan acomodados a los sistemas políticos, sociales, culturales, militares, económicos de nuestro tiempo que ni caemos en la cuenta de cómo participamos complacidos de las “bestias” posmodernas y sus respectivos sellos.
2.   Mientras Juan de Patmos propuso un estilo de vida y fe extremadamente fiel, jamás permitió que ningún sistema pecaminosos se impusiera en su ética, en su vivencia, en su adoración; les exhortaba a primero morir en lugar de negociar los valores cristianos. El evangelicalismo comercial, farandulero y televisivo de nuestra actualidad, sorprendentemente hacen lo contrario: ofrecen un camino de fe sin santidad o en su defecto sin gracia. Reconocemos las excepciones. 
3.   Para Juan de Patmos sólo hay un Dios, sólo él es digno de adoración. Litúrgicamente no niego que los cristianos sean “monoteístas”, es decir, rinden culto a un solo dios; pero en la práctica, innumerables son los cristianos politeístas (rinden culto a varios dioses). Las imágenes de las bestias del siglo XXI son levantadas como rascacielos y los hombres se postran sin el mínimo esfuerzo de discernimiento. Bestias, entiéndase como esos sistemas culturales, sociales, políticos, militares, financieros en disonancia con los valores del Reino de Dios ante los cuales se postra éste mundo globalizado, lamentablemente parte de la Iglesia también.

Cierro con "brochazo de oro": Juan con este magistral relato nos invita a ser fieles a Jesucristo así nos cueste morir, al final él nos dará la corona de la vida.

1 comentario:

  1. Excelente explicación a un tema que hace años nos daban a entender Otro significado pero
    Muchas gracias por darnos a entender la palabra de Dios

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