El Incrédulo Más
Creyente II
Tomás, el referente más alto de la fe
Mirando yo por entre la celosía
de la ventana de mi casa, vi la historia de un hombre extraordinario: Tomás. Su
fe me inspira, alienta y motiva a seguir creyendo en Jesús como el Hijo de Dios
a pesar de mis dudas. Tomás fue un creyente con agallas, con aventura y
disposición. Tuvo sus dudas una vez, pero la vida entera la sumergió en la fe y
lo demostró.
San Juan, narrando las
historias del evangelio de Jesús, en el capítulo 20.24-29, vuelve a dejar el
escenario a Tomás. El relato corresponde a los testimonios de la resurrección
de Cristo. Juan sólo nos cuenta dos experiencias sublimes que antecedieron a la de Tomás: 1. Las mujeres que
visitan el sepulcro (20.11-18) y 2. La de los apóstoles a puerta cerrada, pero
Tomás no estaba allí (20.19-23). En los relatos de las mujeres que visitan el
sepulcro, ellas ven e interactúan con Jesús resucitado, aun así no creen que él
está vivo. Tiene que ocurrir algo
especial para que ellas reaccionen y finalmente crean. En la experiencia de los
apóstoles, el susto fue mucho: Jesús se les aparece sin abrir las puertas. Les
muestra las marcas de la cruz y ellos se regocijan.
Tomás llega tarde. Llega cuando
Jesús ya no está. Se limita a escuchar el testimonio de las mujeres, el de sus
compañeros de fe. Pero no les cree. Ellos tampoco creían hasta que lo vieron,
sólo que no lo dijeron. Tomás sí lo dice: -creo cuando lo vea y toque-.
Entonces Jesús se aparece de nuevo. Se deja ver de Tomás y se deja tocar
también.
Si presta atención a las dos
experiencias anteriores con el resucitado, María sólo dijo -¡maestro!-. No dijo
más nada. Los apóstoles se alegraron pero en silencio. Cuando Tomás lo ve y toca, exclama: -¡Señor mío! ¡Dios mío!- Estas
palabras delatan la fe que posee Tomás o que posee a Tomás. Este hombre
comprende la magnitud de la resurrección, por lo tanto sólo puede gritar la
verdad: ¡Jesús es el Señor, Jesús es Dios! María vio en el resucitado al
maestro. Los discípulos callaron; Tomás vio lo trascendental en el Galileo: al
Señor y Dios.
En todos los relatos de Juan
nadie cree en Jesús como creyó Tomás: el Señor y Dios.
Inmediatamente después de este
relato, Juan nos dice que ha escrito esta historia para que creamos (20.30-31).
Y el último y más grande referente de fe es Tomás. Es decir, que cuando creamos
en Jesús lo hagamos como lo hizo Tomás: ver en Jesús resucitado al Señor y Dios
nuestro.
Si Tomás parafraseara el salmo 23.4, quedaría, creo yo, así:
Si Tomás parafraseara el salmo 23.4, quedaría, creo yo, así:
Jesús es mi pastor
...aunque ande por valles de sombras de dudas
no temeré mal alguno, porque estará conmigo
su resurrección me devuelve la fe...
Que Dios nos ayude a creer como
ayudó a Tomás.
©2014 Ed. Ramírez Suaza
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