La Bella y
el Bestia[1]
amores prohibidos
Mirando yo por entre
la celosía de la ventana de mi casa vi un joven de grata apariencia, de buena
virtud cristiana. Entre los caminos de la vida y atajos de amores, él sintió
suspirar toda su piel cuando bella dama cualquiera le hechizó la mirada. Ella
bella sí, hasta religiosa, mas no en la misma tónica de virtud en él. En la
encrucijada de sus amores, por uno que muere y otro mata, pretendió caminar en
la fe al mismo tiempo en amores desiguales.
Estos caminos
simultáneos para recorrer con sólo dos pies son peligrosos, además es un juego
de ruleta rusa: mortal. Amar es complacencia. Quien ama, complace. ¿Cómo es
posible complacer al Dios de la luz y al mismo tiempo complacer una bella en
tinieblas? Aunque por experiencia milenaria hij@s de luz han tejido lazos de
amor con hij@s de las tinieblas; jamás la luz y las tinieblas han logrado
cohabitar. Esa soberbia pretensión de complacer a ambos es imposible. Uno de los
dos, la Bella o el Bestia, tiene que renunciar a su condición. Por lo regular es
el creyente quien renuncia a los estándares de santidad. El sólo aceptar una relación
en yugo desigual ya da el primer paso hacia la oscuridad, está renunciando a la
luz de Cristo. No sólo es un paso hacia la oscuridad, es también un desafío al
señorío de Cristo, es rebeldía, un acto de soberbia, es pecado.
“Zapatero a su
zapato”. Este es un refrán que encierra muchas verdades en ciertos contextos.
Algunos famosos entregan su vida a Cristo, lo cual llena de alegría mi corazón
como todas las conversiones sinceras, y al poco tiempo están predicando o
conferenciando el evangelio, y los vuelven en las iglesias referencias de vida
cristiana. Mencionando “el milagro pero no el santo”, un famoso colombiano
convertido dijo en un congreso juvenil que una joven cristiana con un joven
cristiano, solteros los dos, pueden ser yugo desigual. Aquí es donde se aplica
perfectamente “zapatero a su zapato”. La Biblia no aprueba tal afirmación: No os unáis
en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia
con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? (2 Corintios 6.14). Note Ud., el problema
está en que el otr@ es incrédul@. Que uno es de la luz y el otro de las
tinieblas. Es imposible que dos de luz sean yugo desigual. Si entre Dios y
Belial no hay armonía, tampoco la hay entre un creyente y un incrédulo (2 Cor.
6.15). Además, somos templos. Unos templos son de ídolos, otros son de Dios. No
hay armonía entre tales.
Quienes
hayan escuchado decir que dos creyentes (hombre y mujer), solteros, pueden
estar en yugo desigual no es cierto.
Pablo tiene
claro qué debe hacer un@ que está en yugo desigual: Queridos hermanos, nosotros tenemos esas promesas de Dios. Entonces
purifiquémonos alejándonos de cualquier cosa que contamine nuestro cuerpo y
nuestro espíritu. Dediquemos nuestra vida por completo a Dios, mostrando el
respeto que le tenemos (2 Cor. 7.1).
Fácil: termine
esa relación. Pablo ve las relaciones de yugo desigual como amores que contaminan.
Entonces no más bestias por más bellas que hayan: descontaminémonos.
[1] Hace
años escuché un sermon televisivo de Dante Gebel a jóvenes bajo esta premisa, que
en esta oportunidad recojo para esta reflexión.