viernes, 22 de febrero de 2019

LA BRUJA DE ENDOR



La brujería es la salsa que vierten los idiotas sobre el fracaso para ocultar el sabor de su incompetencia.
George R. R. Martin


Mirando yo por entre las páginas de la Sagrada Escritura, vi un episodio extraordinario en el primer libro de Samuel capítulo 28 en donde el rey Saúl, monarca de Israel, consultó a una nigromante para que le invocara al espíritu del fallecido profeta Samuel, a fin de pedirle alguna instrucción en cuanto a proceder militarmente ante los adversarios de Israel.
Esta fue una decisión impulsada por la desesperación que inundó al corazón del rey cuando experimentó profundamente el abandono del Dios de Israel.
Lo extraordinario de este episodio bíblico se encuentra en el hecho de que, la pitonisa invocó al espíritu del profeta Samuel ¡y lo logró!

Mucho antes de que Saúl visitara sorprendentemente a la bruja de Endor, emprendió una campaña de “santa inquisición” en la que arremetió severamente contra todas las personas que practicaran o tuviesen vínculos directos con el ocultismo. Así, “Saúl había expulsado del país a todos los encantadores y adivinos” (1 Samuel 28.3).
Es una extrañeza que tiempo después de su campaña anti-ocultismo, fuera a solicitar ayuda a una nigromante.

Probablemente Saúl no persiguió a brujos, hechiceros y adivinos por una convicción sincera y radicalmente profunda en la Torá que le impulsara a tal cosa. Más bien, se sospecha que su proceder pretendió recuperar un poco su favorabilidad popular-religiosa ante la opinión pública.
Valga la pena recordar que la Torá dice: “Cuando hayan entrado ustedes en el país que el Señor su Dios les va a dar, no imiten las horribles costumbres de esas naciones. Que nadie de ustedes ofrezca en sacrificio a su hijo haciéndolo pasar por el fuego, ni practique la adivinación, ni pretenda predecir el futuro, ni se dedique a la hechicería ni a los encantamientos, ni consulte a los adivinos y a los que invocan a los espíritus, ni consulte a los muertos” (Deuteronomio 18.9-11).

Expulsar del país a los encantadores y adivinos no terminó con las batallas o causas de Saúl, tuvo que hacer frente a un adversario más aguerrido y fuerte: el ejército filisteo. La amenaza por parte de éstos últimos fue tan severa que el rey perdió su estabilidad emocional, su interior fue invadido por diversos miedos.

Desesperado quiso consultar a su dios Jehová por medio de sueños, y no obtuvo respuesta.
El ritual para consultar por sueños a Jehová consistía en hacer una petición. Luego, dormir dentro del santuario o cerca a un objeto considerado sagrado para, así, recibir un sueño de parte de Dios.[1]
Desorientado e invadido por los fantasmas del temor y la cobardía, paso seguido, Saúl consultó a Jehová por medio del urim y tumin, quien igual se quedó sin respuesta.
“Se ha especulado que -urim y tumin- podrían ser dos piedras que, según como cayeran al arrojarlas, serían interpretadas como un mensaje de Dios.”[2] El urim y tumin se usaron “antes de emprender una batalla, para descubrir al culpable de alguna falta, para garantizar la legitimidad del linaje sacerdotal.”[3] El caso fue que Dios guardó silencio ante la consulta que, por orden del rey, le hicieron echando suertes.
Finalmente, dentro de lo permitido en la religión judía, Saúl sintiéndose abrumado consultó también a los profetas de Israel. Ellos tampoco le dieron una respuesta satisfactoria de parte de Dios.

Presa el alma en desasosiegos, Saúl quiso buscar con afán una asesoría, una bendición que le salvara de sus implacables enemigos. El rey no estaba interesado en acercarse a Dios de manera genuina; sólo le importaba un beneficio que desde el cielo pudiese obtener.
Ante este interés, quien habita los cielos guardó silencio.
Silencio que el rey de Israel no estuvo dispuesto a soportar, así que jugó con doble moral. No le importó su contradicción política/religiosa: formó una división de investigadores privados, a quienes encomendó la misión de encontrar una adivina capaz de invocar espíritus de los difuntos.
El equipo que conformó el rey para esta tarea fue muy eficiente; no tuvieron necesidad -parece ser- de salir a investigar, algunos de entre ellos sabían de antemano que en Endor había una, y muy profesional. Saúl no hizo reparo alguno del por qué aún quedaban brujas en territorio israelita, ni reproches a sus hombres de confianza porque sabían dónde había más hechiceros y no se lo comunicaron. Al rey parecía sólo importarle un juicio del más allá” para proceder “iluminado” frente a la amenaza de sus enemigos.

Este relato se nos cuenta con ciertas ironías:
  •  El Dios de Israel no quiso responder las consultas que el rey de su pueblo hizo. Fue un lenguaje contundente de rechazo. 
  •  Las brujas un día perseguidas por Saúl, después le resultarían necesidad urgente.
  •  Escoltas muy cercanos al rey conocían la ubicación de una bruja (o varias) que jamás persiguieron a pesar de la orden real (1 Samuel 28.7). Entre posibles razones, porque Endor era una aldea fronteriza entre Israel y el territorio filisteo. Quizá, cuando Saúl expulsó a los médiums, ella se retiró estratégicamente a la frontera, haciéndose extranjera, pero aún disponible[4] para los israelitas, en caso de que se presentara alguna eventual necesidad de sus servicios.

Una vez confirmada la ubicación de la médium, Saúl emprendió camino a casa de ella.
El tipo fue creativo para esta visita sorpresa: se disfrazó, quizá así pretendió evitar muchos “dolores de cabeza”.  Finalmente, llegó al consultorio de la nigromante e hizo su solicitud: - te ruego que me adivines la suerte, y que hagas venir el espíritu de quien yo te diga.-

Hasta esta escena del relato todo parece “normal”: un rey profesante de religión mosaica acudiendo en plena confusión mental, turbado el corazón y lleno de miedos a rituales de comunicación, propios de su fe, con Dios. A la luz de toda la narrativa sobre este monarca, el silencio divino no sorprende, pues el rey había sido rechazado por su Creador, y él tenía consciencia de todo esto (1 Samuel 15.26).
Que consulte a una adivina tampoco es “cosa del otro mundo”. Desde pasados milenarios el ser humano conserva una curiosidad, intriga y participaciones diversas con prácticas propias del ocultismo. Esto tampoco es sorprendente en la narrativa bíblica, pues se trata de un hombre que dejó de respetar al Dios de Israel y de tener comunión alguna con él.

¿Qué es lo sorprendente?
Que Saúl rogó a una nigromante que invocara al espíritu del fallecido profeta Samuel, y en efecto lo invocó y él apareció. ¡Esto sí es sorprendente!

La narrativa bíblica dice que Saúl “rogó” a la nigromante; otras traducciones dicen que “pidió el favor”; otras, que Saúl “dio la orden” para consultar al espíritu de Samuel. No es fácil determinar si el rey rogó a la nigromante o le pidió el favor o le ordenó hacer el ritual de invocación. Sin embargo, por las maneras en que el relato bíblico muestra la degradación de la persona y monarquía de Saúl, parece viable que la solicitud del rey a la bruja de Endor haya sido un ruego afanado;[5] algo así como, -¡ya, por favor!-

La prisa y la ansiedad señoreando el corazón del rey trajeron sospechas a la adivina, quien dijo: -Tú bien sabes que Saúl ha expulsado del país a los que invocan a los espíritus y a los adivinos. ¿Por qué me tiendes esta trampa? ¿Quieres que me maten?- El rey  le respondió: -Te juro por el Señor que no te pasará nada malo si me ayudas.- Evidentemente la mujer le creyó y se dispuso a realizar los rituales propios de invocación a los muertos.

Los rituales hechiceros de invocación a los muertos en los días del rey Saúl, se realizaron -más o menos- con estas prácticas:
  • Se realizaba en la noche.
  • El nigromante adivinaba el lugar para practicar el ritual, luego cavaban un hoyo en él con una herramienta que ellos hacían ver como supersticiosa.
  • Vertían pan, aceite y miel a la fosa cavada como una ofrenda a los muertos, vaciaban también sangre de animales, uno al que se le atribuían signos agoreros. La sangre era el conducto a través del cual el espíritu escuchaba la invocación de su nombre. Nigromante y cliente participaban de la ofrenda ingiriendo parte de los alimentos y de la sangre con los que realizaban el ritual, pensando que así establecían amistad con los espíritus al cenar “juntos”, quienes aceptando la ofrenda se unían a los vivos para contarles acerca del futuro o responderles sus consultas o favores.[6]
  • Se entonaba un canto, exclusivo del ritual y se invocaba el nombre del difunto. Luego del canto y la invocación, el médium proporcionaba la comunicación entre cliente y espíritu invocado. 
  • Concluido el ritual tapaban de el hueco cavado en tierra, porque se creía que así impedían que los espíritus escaparan desde mundo de los muertos hacia el mundo de los vivos.[7]
El cronista que escribe los relatos en el libro de Samuel, oculta ante sus preciados lectores los detalles del ritual realizado por la bruja de Endor, bástanos tener una idea ritualista de las invocaciones a los muertos en un contexto del cercano oriente.
El ritual realizado por la bruja de Endor fue eficiente, poderoso: invocó a Samuel y éste atendió al llamado.

Cuando la nigromante vio al anciano, reaccionó con un grito de pánico porque esa visión no sólo la hizo comprender quién era el anciano muerto al que perturbaron, además identificó a su disfrazado cliente, su archienemigo: -¡eres Saúl!-
Y sigue gritando la dama de Endor: -¿Por qué me has engañado?»-
En ese momento de invocación, la médium “recibió un conocimiento sobrehumano que le permitió reconocer a Saúl bajo su disfraz.”[8] No sólo identifica la persona disfrazada, también su engaño.
El rey apacigua a la mujer y le exige información.
Ella se “tranquiliza” y le cuenta: -Veo dioses que salen de la tierra.-

El término “dioses” que usó la mujer, en hebreo es “elohim” que significa, por lo regular, “dios” o “dioses”. “En este texto parece significar “un ser procedente del mundo de los dioses”.[9]
Valga la pena aclarar, en este significado de elohim, que las creencias cananeas aseguraban la divinidad de los muertos.

La nigromante siguió hablando con Saúl para comunicarle lo que vio: -Veo un anciano. Viene cubierto con un manto.- Saúl relacionó con inmediatez la descripción del elohim que vio la bruja con el profeta Samuel, y se postró ante él, aunque no lo vio.
Realmente estuvo postrado ante la bruja.

Una vez el rey está a los pies de la mujer, la voz de la médium se hizo voz de profeta por medio de la cual habló Samuel a Saúl: -¿Por qué me molestas? ¿Por qué me haces venir?-
Este testimonio de comunicación entre un muerto y un rey vivo abre un abanico de sospechas: ¿poseyó el espíritu de Samuel a la médium? ¿Fue una ventriloquía? O ella escuchó la voz de Samuel y con su voz canalizó el mensaje a Saúl.[10] No lo sabemos. Lo que sí podemos asegurar es que la comunicación entre un muerto perturbado y un vivo temeroso por medio de una nigromante fue real.

-¿Por qué me molestas?- Es la pregunta que le hizo Samuel a Saúl. -Es que estoy muy angustiado- respondió el rey. -Los filisteos me están atacando y Dios se ha apartado de mí. Ya no me responde, ni por medio de profetas ni en sueños. Por eso te he llamado, para que me aconsejes lo que debo hacer.- Samuel responde al rey con estas crudas palabras: -Pues si el Señor ya se ha apartado de ti, y es tu enemigo, ¿para qué me preguntas a mí?-
Estas palabras de Samuel lograron que Saúl comprendiera por fin que su peor enemigo no era el pueblo filisteo, era Dios.

Ahora, este mensaje por medio de una bruja, ¿revela la palabra verdadera del dios Jehová?
Si el ritual fue brujería, ¿cómo es posible que haya palabra de Dios en un rito nigromante?

continuará...

©2019 Ed. Ramírez Suaza 



[1] J. Walton, V. Matthews & M. Chavalas. Comentario del contexto cultural de la Biblia. AT. El Paso, TX: Mundo Hispano (2004): 349
[2] Pablo Andiñach. El libro del Éxodo. Salamanca: Sígueme (2006): 421
[3] José Luis Sicre. Primer libro de Samuel. Barcelona: Herder (1997): 181
[4] David Jobling. Berit Olam: 1 Samuel. Collegeville, MN: The Liturgical Press, (1998): 186.
[5] La palabra en hebreo es nä´, partícula volitiva, para expresar el deseo o añadirle énfasis. Suele traducirse por “te ruego”, “por favor”. L. Alonso Schökel. Diccionario bíblico hebreo-español. Madrid: Trotta (1994): 471
Esta palabra nä´, es una partícula deprecativa (dirigir un ruego o súplica ferviente), que a veces enfatiza una urgencia: ¡ya, por favor! Cuando se emplea abusivamente no puede traducirse. Paul Joüon & Takamitsu Muraoka. Gramática del hebreo bíblico. Estella: Verbo Divino (2009): 363
[6] Pamela Tamarkin Reis. “Eating The Blood: Saul And The Witch Of Endor”. Journal for the Study of the Old Testament. Volume: 22 issue: 73, page(s): 3-23. https://doi.org/10.1177/030908929702207301
[7]J. Walton. V. Matthews & M. Chavalas. Comentario del contexto cultural del AT. El Paso: Mundo Hispano (2004): 349
[8] N.T. Wright. La resurrección del Hijo de Dios. Estella (Navarra): Verbo Divino (2008): 137
[9] Ibid.
[10] J. Kabamba Kiboko. “Divination in 1 Samuel 28 and Beyond: An African Study in the Politics of Translation”. Electronic Theses and Dissertations (2010): 361. A Dissertation Presented to the Faculty of The University of Denver and the Iliff School of Theology Joint PhD Program. https://digitalcommons.du.edu/etd/846

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