El Incrédulo Más Creyente
Tomás, el referente más alto de la fe
Mirando yo por entre la celosía de la ventana de mi casa, vi a un hombre con una fe extraordinaria, no de aquella que es capaz de mover montañas; sino de aquella que es capaz de dar la vida completa. Este no es un hombre cualquiera, es uno de los más afortunados del mundo. Es uno de los doce apóstoles de Jesucristo. Es uno de los más grandes: Tomás.
No sé porqué, pero muchos han sido los púlpitos encargados de oscurecer un poco el verdadero rostro de este extraordinario personaje. Otras muchas son las personas que se encargan día a día de presentarlo como el peor referente de incredulidad en la historia evangélica; cuando los evangelios hablan poco de él, y lo poco hablado de él no compromete sus tres años de fe aventurera por tres días de incertidumbre en su corazón.
Al leer los evangelios Mateo, Marcos y Lucas, comprendemos que Tomás fue elegido como uno de los doce apóstoles que el Señor Jesús llamó para que le acompañara en su qué hacer mesiánico por los senderos de Galilea (Mt. 10.3, Mr. 3.18, Lc. 6.15). Hasta ahora ningún evangelista nos da licencia para hablar mal de este hombre, ellos tres lo muestran como uno de los 12 privilegiados de servir junto al Señor Jesús.
Es precisamente el evangelio de Juan quien nos abre un poco la ventana para ver mejor a este hombre de fe. En el capítulo 11 por primera vez aparece Tomás, “el mellizo”. Como de la nada surge con valentía, con agallas de sobra para dar su vida con Jesús. En Jn 11.8, once discípulos de Jesús rechazan la idea de regresar a Judea porque allí casi apedrean a su Maestro; tienen miedo, quieren huir de la muerte en lo posible. Por otro lado, en Judea ha muerto uno de los mejores amigos de Jesús: Lázaro. Allí quiere regresar el Señor a devolverle la vida a su amigo. Cuando el regreso a Judea está decidido, dice Tomás: “...vamos para que muramos con él” (Jn. 11.16). Tomás, al que muchos categorizan de incrédulo, está dispuesto a regresar con Jesús y morir allí. No sólo estaba dispuesto; anima a los demás apóstoles a seguir a Jesús hasta la muerte.
¿Incrédulo Tomás? ¡No me parece! Por el contrario, tiene las agallas que a otros nos hace falta. Sólo por la fe adquirimos la determinación de dar la vida con o por Jesús. Y de esta fe tenía de sobra Tomás.
En el evangelio de Juan, Tomás aparece de nuevo en el capítulo 14, los primeros 7 versos. Jesús los está invitando a una fe atrevida, a una fe que esperanza al ser humano a nuevas moradas. Tomás está creyendo como Jesús le propone en el vs. 1. “...Ustedes creen en Dios; crean también en mí”. ¡Tomás está creyendo en Dios y también en Jesús! En los vs. siguientes Jesús habla de unas moradas celestes y de un lugar para habitar luego con él. Tomás quiere estar ahí, no tanto por el lugar; es por su Maestro. Entonces pregunta: “...Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo podemos saber el camino?”.
Esta es una reacción de un creyente, ¡quiere saber a dónde va Jesús! ¡Quiere conocer el camino! El interior de Tomás está persuadido de la verdad que emana de la voz de su Maestro. Si Jesús dijo que se va a preparar moradas para finalmente estar con ellos por siempre, Tomás lo acepta sin cuestionamientos, sin vacilaciones, sin miedos. Tomás lo único que quiere saber es cómo llegar a ese lugar. Y quiere saberlo porque ha creído.
continuará...
©2014 Ed. Ramírez Suaza