¿Dónde carajos está Umaña?
el doloroso cruce del divorcio
Mirando yo por entre la celosía
de la ventana de mi casa, vi unos hijos, unas hijas, amigos y vecinos
preguntando ¿dónde carajos está Umaña? Ya no regresa a casa, lleva dos semanas
sin compartir a la mesa con los suyos. Él se fue, ha emprendido el doloroso
cruce del divorcio.
El señor y la señora Umaña
han decidido dar fin al pacto de amor que un día hicieron en el altar. Sus familiares
y amigos se preguntan, ¿es acaso el divorcio legítimo ante los ojos de Dios? Las
respuestas no se hacen esperar, unos dicen que sí, otros que no, otros que sí
pero no y viceversa “y del mismo modo en sentido contrario”, y los Umaña
confundidos, llenos de culpa pero decididos.
¿Es legítimo el divorcio ante los ojos
de Dios?
En primer lugar, el pueblo
de Israel bajo la ley mosaica tenía una puerta “casuística”. Es decir, en “caso
de que ocurra una separación de esposos… así ha de proceder”. No es que Moisés
mandó divorciarse o aprobó el divorcio, sino que procedía según el caso. En el Deuteronomio
24.1-4 Moisés supone de un hombre que se separa de su esposa por cualquier
motivo, luego “re-hace” su vida conyugal y se separa igualmente de su segunda
mujer. Éste no puede volver a la primera esposa en reconciliación matrimonial.
Él la ha “envilecido”. Volver a la primera esposa luego de humillarla con
repudio, es una abominación a Yavéh.
En segundo lugar, el profeta
Jeremías (3.1) hace una pregunta retórica con respuesta obvia en un contexto de
cultura patriarcal: si una esposa repudiada se va con otro hombre, luego
regresa a su primer marido ¿este primer marido la aceptará de nuevo como su
mujer? ¡No! Jeremías empieza a arrojar las primeras ‘luces’ respecto a la única
puerta legítima al divorcio: la infidelidad.
Aún nos queda una pregunta sobre el
tintero, ¿qué dice Jesús del divorcio?
Continuará…